_____________________________________________SOBRE LA EDUCACIÓN
Entre las tantas cosas que fueron cambiando en el Uruguay, la enseñanza y la pedagogía son las que más acusaron el impacto generado por las nuevas tecnologías ofimáticas.
Si bien es cierto que existe un rezago en lo que hace al acompañamiento de la educación con el ritmo vertiginoso que la tecnología hoy nos impone, también es verdad que mucho de ese atraso se debe no solo a las dificultades que plantea la actualización permanente, sino también a cierta mentalidad, muy típica del uruguayo, que se llama profesoralismo. Me refiero a la idiosincrasia de aquel cuya única salida laboral a lo que sabe hacer es dar clases.
Esto es particularmente válido en materias como sociología y literatura, historia, politología, antropología y filosofía, porque si bien es cierto que existe el sociólogo, el literato, el historiador, el político, el antropólogo y el filósofo, propiamente dicho, en un país como el Uruguay, lograr trabajar en esas actividades es como sacar la grande y cobrarla en cuotas. Quien se orienta hacia ese lado, tiene por delante al aula como su único y casi exclusivo ámbito de acción.
El profesoralismo, que en estas actividades está exacerbado por obvias razones de ausencia de inversión extranjera, estatal y para estatal en investigación y desarrollo, también existe en las demás, solamente que atemperado por el hecho de que quien estudia puede tener en su horizonte el trabajar lisa y llanamente. También aquí el profesoralismo invade la cultura mental del uruguayo hasta el punto que en vez de ser un factor de estímulo para orientarse al mercado laboral, termina siendo una forma de obstruir, de interponerse. Dicho en términos clásicos –aprendiz adelantado, esto es, profesor- se interpone ante el aprendiz a secas. El profesor, en realidad, es otro aprendiz más, que está en otro nivel de aprendizaje –el que implica enseñar‑, y en vez de ayudar a crecer a los aprendices a secas, para que también sean como él, aprendices adelantados, se interpone obstruyendo y cerrando el camino a una mayor adquisición de conocimientos y destrezas.
Si a esto se le suma el divorcio –ya histórico‑ entre el mercado laboral y el concepto de enseñanza que tiene el uruguayo, es dable perfectamente comprender que la educación en el Uruguay es una gran burbuja pensada para satisfacer las necesidades del profesor y no las del alumno, orientada hacia sí misma y sus requerimientos curriculares y no hacia el mercado laboral.
El profesoralismo hoy en día está desbordado por el desafío intelectual que le plantea la ofimática y la informática. Internet es el mejor texto de estudio y el acceso al conocimiento ya no está mediatizado por el profesor, como representante de una actividad intelectual. Antes bien, googlear, ‑palabra nueva‑ se ha convertido en el santo y seña de los que acceden al saber con la punta de los dedos.
Lo difícil no es “agarrarle la onda a la cosa”, sino acceder en plenitud al universo del discurso en su conjunto. Esto es lo que está en juego hoy en día en materia pedagógica.
Aquí es donde está lo que realmente hay que analizar. Es evidente que existe un corpus de conocimientos básicos para entender la informática en su conjunto. Álgebra de Boole, lenguajes y dialectos máquinas, compiladores, sistemas operativos y demás. Pero con eso no es suficiente, se necesita conocer la personalización de escritorio que este escenario múltiple nos plantea.
Hay que definir:
· Que es lo que yo voy concretamente a hacer allí.
· Cuáles son las herramientas que necesito para alcanzar el objetivo que me propuse.
· Cómo voy a optimizar mis resultados.
Hasta no tener claro con precisión que es lo que yo quiero hacer con mi computadora, las herramientas que existen, que son muchísimas y los marcos conceptuales que son de una vastedad muy grande, terminan significando poco para mí. Mientras en otras actividades se accede al universo del discurso en plenitud y luego de decide personalmente qué es lo que uno quiere hacer, aquí es al revés: hay que saber primero qué es lo que se busca y luego darse las formas adecuadas. La enseñanza por ende, tiene un desafío muy grande, porque representa, socialmente considerado, la comprensión de los fundamentos y sus bases conceptuales.
Más allá de eso existe un núcleo único y privativo de lo que es dominar la computación, que tradicionalmente se le llama aprendizaje del sistema operativo. En realidad está mal enseñado porque los manuales de Microsoft para usuario entienden por sistema operativo el manejo de archivos y en realidad, manejar el sistema operativo es muchísimo más que eso. Es conocer el multimedia, es entender sobre los controladores que esos dispositivos exigen, es manejar el teclado en toda su extensión, es tener nociones del registro y de las distintas herramientas administrativas para configurar el equipo y personalizar el escritorio. Y hay mucho más al respecto, pero paga tributo a lo que personalmente queremos hacer con la máquina.
Conocer el sistema operativo es entender la diferencia entre los sistemas operativos existentes y dentro de los mismos sistemas las diferencias entre los que tienen 32 bits y 64 bits. No hay que perder de vista que existen 34 sistemas operativos distintos. Los más famosos son Windows, Linux, Mac y Unix, en ese orden y dentro de cada sistema existen muchas variantes del mismo.
Si observamos al respecto vemos que tenemos:
Familia Windows
· Windows 95
· Windows 98
· Windows ME
· Windows NT
· Windows 2000
· Windows 2000 server
· Windows XP
· Windows Server 2003
· Windows CE
· Windows Mobile
· Windows XP 64 bits
· Windows Vista (Longhorn)
· Windows Seven 32 bits
· Windows Seven 64 bits
Familia Macintosh
· Mac OS 7
· Mac OS 8
· Mac OS 9
· Mac OS X
Familia UNIX
· AIX
· AMIX
· GNU/Linux
· GNU / Hurd
· HP-UX
· Irix
· Minix
· System V
· Solaris
· UnixWare
El sistema operativo (el Kernell) es básicamente el registro, el teclado y los controladores. Tener nociones al respecto no es ocioso, sino necesario para entender las cosas que los desarrolladores día a día nos facilitan.
Entender de sistema operativo, comprender que el teclado es la clave de acceso al mismo y que todo lo que queremos está previsto allí escrito en Logitech y no en otro dialecto máquina, tiene valor práctico, no meramente conceptual. Es la razón por la cual cuando el sistema se atora por la razón que fuere, o no se puede salir de un programa una manera de resolver la situación es apretar Control + Alt + Supr y allí procedemos. La sentencia que comanda la operación que estamos haciendo es en lenguaje máquina, no en dialecto y por eso, se logra destrabar lo que ocurre.
Pero por si todo esto fuera poco, existe otro aspecto de carácter general que hace al alumno propiamente dicho, a aquel que debe estudiar con la informática y que no tiene planteado, porque no es su vocación, estudiar la informática.
Mira y López, hace ya bastantes años atrás, enseñaba precisamente, en su libro Metodología del Aprendizaje, una cosa que ahora parece ser crucial: la destreza, la capacidad, la habilidad de dar con las palabras claves de un texto. Buscar, en cualquier motor que sea, implica dar con las palabras claves para poder encontrar eso que se quiere, lo que está indicando que el educador, hoy por hoy, si algo debe enseñar es justamente, la adquisición de dicha destreza. Estudios recientes que se han hecho indican que son muy pocos los alumnos que al llegar a la Universidad tienen comprensión lectora de un texto, lo que indica que en gran parte la enseñanza básica fracasó en transmitir la destreza que implica leer reteniendo y subrayando las palabras claves de un texto. Justamente, lo que más hoy se precisa para dar con la información que se necesita, en un entorno cultural amplísimo y vasto, generado por Internet, en dónde ya no escasea la información, sino que por el contrario, sobre abunda. Antes faltaba información y había que tener una muy buena formación, hoy sobre abunda la información y la única formación que importa es la destreza para dar con las palabras claves de lo que uno necesita en ese momento. Es aquí donde la enseñanza debe centrarse, en el entendido de que la informática es un medio y no un fin en sí mismo y que el hombre debe priorizar el estudiar con ella y no en vivir en función de la misma.